
Nace en 1957 en Valencia. Vive con sus abuelos republicanos y de izquierdas. Cursa estudios primarios y entra a trabajar en una fábrica textil a los 15 años. Su primer compromiso es sindical y posteriormente político en el MC. Ha sido Secretaria de Textil en l’Horta con dedicación plena pero nunca ha estado liberada. Dejó CCOO en 1996. Ha participado en la negociación colectiva de un sector muy feminizado defendiendo la igualdad salarial y otras mejoras en las condiciones de trabajo de las trabajadoras.
Testimonio recogido y comentado por Carmen Peinado en 2004.
Auxiliadora nace en 1957 en Valencia; es la mayor de dos hermanas. Su infancia es un tanto atípica, ya que debido a una serie de circunstancias vive hasta los nueve años con sus abuelos paternos, por Ios que confiesa una gran admiración. Este hecho marcará profundamente su carácter y su escala de valores ante la vida.
Mis abuelos para mi eran dos personas que sí eran absolutamente atípicas a lo que es la mayoría de la gente con la que yo me he relacionado… Mi abuela se llamaba Sixta. Era, había sido militante del PC, había trabajado durante la guerra en el Socorro Rojo internacional, y era una persona muy consecuente con sus ideas. Luego, por ilustrar un poquitín cómo era, yo recuerdo que ella tenía apartada una botella de vino, muy, muy vieja, y esa botella cuando acabó la guerra se la guardó y decidió, se prometió a sí misma, que no volvería a tomarse [un vaso de vino] ni comiendo, las costumbres que tenían la gente mayor, que comes y un vasito de vino, que no volvería a probar una botella de vino hasta que no volviera la República y se legalizara el PC. Y de hecho a ella la atropelló un coche y mudo así, en el año 68, y la botella esta sin tocar. Yo recuerdo que, cuando las primeras elecciones, cogimos la botella y sobre la lápida la rompimos, de una forma un poquitín simbólica. Mi abuelo había sido militante de la CNT, además había sido una persona que, por no querer, le llamaron siendo muy jovencito a filas y, por no querer ir al ejercito, tuvo que exiliarse y estuvo muchos años fuera de España, hasta el extremo de que mi padre y sus hermanos nacieron en Francia, porque él no podía volver, le hicieron consejo de guerra y…
Pertenece a una familia trabajadora, su padre trabajaba en una fábrica, aunque en la época que con sus abuelos la economía familiar se sustentaba con la pensión de su abuelo, que había trabajado «un poco a salto de mata, que si en la ‘Yutera’, que si aquí, que si allá», Aunque la situación económica no era muy desahogada, era la misma que tenían la mayoría de sus vecinos. De esta época recuerda todo con un gran cariño: su primer colegio ‘público’, los amigos del barrio y sobre todo la gran solidaridad que se respiraba entre la vecindad.
Eso era la travesía de Moncada. Había mucha gente emigrante, gente pues eso… que se buscaba la vida aún en aquella época como podía, y eso yo recuerdo era muy normal que viniera gente y decía: “¿Has comido? Pues quédate a comer», pero porque no bahía. Y yo recuerdo el caso, siendo muy niña, de una señora, María le llamaban, que se murió de frío en su casa, puro y duro frío.
Cuando se traslada a vivir con sus padres sufre un gran choque emocional, grandes, diferencias con su madre, con el ambiente que le rodea y sobre todo con el colegio privado. Ahí sufre por primera ver las primeras muestras de discriminación por parte de las monjas, a la vez que los primeros enfrentamientos con una educación clasista, conservadora y una religiosidad hipócrita. Este choque de ambientes supone para Auxi una experiencia traumática.
Claro, pasar de un ambiente así, no marginal pero si pobre, a un colegio privado donde, no es que fuera la elite, pero […] si tu comparas los dos ambientes y […], pues eso, gente con más medios, incluso la gente bien del pueblo iban, entonces, las hijas iban allí. Yo había ido a un colegio mixto, no había problemas, y allí con las monjas pues me encuentro con los niños en una clase y las niñas en otra, horas de comidas diferentes y horas de almuerzo diferentes para no coincidir en el patio, claro. Y el trato no tenía nada que ver, yo recuerdo que nos obligaban todos los días a oír misa, a formar con el » Cara al Sol», eso aún lo hacían…
Su carácter se define rebelde, un poco protestona y muy consecuente con todos sus ideales, muchos de ellos gestados durante la convivencia con sus abuelos. De este carácter inconformista dieron cuenta muy pronto las monjas del colegio.
Lo que pasa es que yo he sido muy protestona y no me he callado mucho. Entonces yo recuerdo, pues tendría 14 años. porque yo termine un año más tarde el colegio a consecuencia de que estuve un año enferma en reposo absoluto, y entonces lo terminé más tarde. Yo tendría pues entre 13 o 14 anos. Yo recuerdo que en la clase de Historia, en la clase de Historia me parece, empezaron a contarnos la trayectoria de Franco y que era muy bueno y que tal, y yo pues no entendía mucho, porque pretender lo contrario es absurdo con esa edad, ¿no? Pero sí que recordaba y mis vivencias eran otras, y yo decía: «Bueno, pues si mataron a no se quién, si mataron a no sé qué, y a no sé más…” No me callé: “¡Oiga señora!”, y la monja, ya me hartó. “¡Oiga señora! A mi usted me lo esta pintado muy bonito, pero al hermano de mi abuela le cortó Franco y sus moritos la cabeza, y al otro hermano lo hicieron desaparecer en el Valle de los Caídos. Ese señor es un asesino». Claro, una bofetada y me mandó al otro extremo.
Con el certificado de estudios primarios, una equivalencia a lo que hoy es el Graduado Escolar, y con quince años cumplidos„ Auxi deja el colegio y comienza a trabajar en una fabrica de camisas como cortadora. Trabaja allí desde 1971 hasta 1978 que cierra la fábrica. La plantilla es mayoritariamente de mujeres, siendo el ambiente entre las compañeras muy cercano, ya que la mayoría son compañeras del colegio con las que mantiene una estrecha relación. Desde el principio se implica en todas las acciones obreras, surgen las primeras asambleas y reuniones fuera de la fábrica, en un cine de Alboraya. A estas reuniones van solo las mujeres, los compañeros se mantenían al margen.
Iban casi todas las compañeras. Siempre hay alguien, pero vamos, la mayoría yo creo estábamos mas o menos por la labor. Yo recuerdo, aún tengo que tener alguna hoja por casa, eso ya fue un poquito mas tarde, 73 o 74, que hacíamos más asambleas fuera. Nos íbamos. En Alboraya había un cine que conocíamos a través de los Juniors, que también habíamos estado en los Juniors la mayoría. El cine lo habían transformado en teatro y por ahí nos reuníamos entonces. Yo recuerdo que pasábamos lista: «¿Fulanita?» Fulanita no había venido, una falta; la otra sí ha venido, pues tal. Y luego, como yo tenía más movilidad en la fábrica, por el sitio en el que estaba, iba una por una: «¡Oye! ¿tú por qué no has venido?» Hablábamos de esto y de lo otro; por supuesto éramos nosotras, los compañeros tenían otras cosas en que pensar.
En esta época, su formación se complementaba por medio de charlas y debates a los que asistía asiduamente, aparte de la comunicación que siempre mantuvo con su padre, afiliado a Comisiones Obreras.
En mi casa con mi padre hablaba mucho. Por ejemplo, un momento que para mí es determinante es cuando el golpe de Santiago de Chile. Yo lo recuerdo aquello que lo vivimos en mi casa muy especialmente, porque yo venia de casa de Ios abuelos y me encontraba, me imaginaba, veías en las noticias en el telediario lo que estaba pasando y recordabas cosas que habías estado oyendo en tu casa, con lo cual, pues, de alguna forma, lo vivías intensamente, ¿no? Y con mi padre comentábamos bastante, cosa que a mi madre evidentemente no le sentaba bien. Pero, claro, ella era muy distinta.
La militancia sindical de Auxi tiene en esta primera etapa varios frentes definidos. Por un lado, frente a la autoridad patente de los jefes, los cuales imponen medidas machistas y discriminatorias, como obligar a las trabajadoras «a ir pintadas y con faldas». Por otro lado, la labor pedagógica que había que impartir entre algunas compañeras, que seguían pensando en el trabajo como un periodo puente hasta el matrimonio. No se planteaban el trabajo como vehículo de emancipación y libertad para lograr su propia autonomía.
Auxi es elegida ‘enlace sindical’ en representación de las menores de edad, y recuerda que las primeras negociaciones eran vía convenio hasta que se produce la huelga de 1976.
Fue la primera, yo creo que a raíz de ahí es donde realmente se puede hablar de un sindicato textil. El proceso, ya os he dicho un oco, era intentar coordinar, [en] mi fabrica no había mucho problema, porque la gente se hablaba y tal imagino que en el resto de empresas pasaba un poquito igual. El proceso era [el siguiente] se había hecho una plataforma que durante mucho tiempo es el método que se siguió en el textil, de que la gente dijera: «Bueno, ¿yo que necesito? listo y esto, un aumento de salario, un no sé por ejemplo. Teníamos un articulo que era nefasto para (el sector de la confección, el artículo 85 creo que era, que si tu no llegabas al tope, te descontaban lo que faltaba del tope del salario, con lo cual había gente que cuando llegaba al final del mes… Era horrible, yo recuerdo, pues eso, gente que tenía que pagar directamente, y luego recorte de jornada, se trabajaba, nosotras en concreto trabajábamos de 7 a 3 y por la tarde horas extras, mas aparte los sábados. Ganábamos 1.200 pesetas.
De esta huelga recuerda dos hechos significativos. Por un lado, cómo la huelga favorece la consolidación del sindicato a un nivel organizativo.
Empezamos a consolidar la organización que ya había, porque era una organización muy embrionaria. Por la plaza del Negrito yo recuerdo que nos reuníamos […] era un caserón antiguo, y ahí […] nos reuníamos para hablar y no sé qué y no sé cuánto, pero [solo] una vez al mes o cuando se podía. Pero a raíz de la huelga empezamos a reunirnos en un plan un poquito más serio, en la calle Pizarro, en el despacho de Alberto García Esteve. Yo creo que la huelga nos sirvió para un poco, para darnos cuenta de que es posible y de que… creértelo un poquitín, ¿no? Es decir, la conclusión, es de que no podemos ir a salto de mata, había que empezar a plantearse las cosas de otra manera.
El otro hecho significativo que recuerda es la represión policial aun después de haber muerto el dictador.
En la fábrica lo más parecido a represión policial y tal fue cuando se tuvo que votar el tema de la huelga, que nos trajeron a la Guardia Civil. Entonces dijeron: “Las que vayan a favor de la huelga… -la Guardia Civil en la puerta-, las que estén a favor que se queden, las que no que pasen a trabajar”. Pasó todo el mundo. Dentro de la fábrica se repitió la votación. Yo recuerdo que nos hicieron repetir tres veces la misma votación, también muy sui géneris. La mesa de corte era una mesa de 25 metros. Entonces nos pusieron a todas a un lado de la mesa y había que saltar por encima de la mesa según tu posición. [Si] tú querías ir a la huelga, saltabas. Era, era por llamarlo de alguna forma una payasada, nos la hicieron tres veces.
Su vinculación política va unida a la sindical, Considera que eran dos compromisos paralelos. Su percepción personal era que aquellos años eran muy densos, estaban despertando a todo, y se sentía pertenecer a un colectivo que estaba movilizándose por unos ideales que ella compartía, a una lucha por cnseguir libertades, para encontrar soluciones a sus problemas.
El recuerdo que yo tengo es que era un momento en el que […] no había una separación, tú eras sindicalista y al mismo tiempo tenías que ser política, porque iba todo en el mismo saco. El problema para mí es que la gente tenía ganas de que cambiaran las cosas y que lo de menos es que a ti te subieran 300 pesetas en el convenio. Tú querías que… si me pasa yo no sé que cosa, yo pueda convocar una huelga, por ejemplo, o que yo pueda protestar, por ejemplo, o que yo no sé, que era un ansia de libertad.
En el 78 se produce el cierre de la empresa mediante un expediente de regulación de empleo. Este hecho supone una gran prueba de fuego en su militancia sindical y Auxi recuerda esos duros momentos como una gran prueba de solidaridad entre los compañeros.
Pues yo recuerdo que, por ejemplo, nos montamos para poder aguantar, porque pensábamos que iba a ser un proceso largo, una caja de resistencia. Consistía en que una parte de la plantilla se dedicaba a elaborar cosas artesanales, muñequitas, cuadritos y cosas de este tipo, para venderlas, y entonces habían unas elecciones, y recuerdo que íbamos a los mítines, a vender nuestra mercancía y a repartir nuestra hoja que no queríamos que nos cerraran la fábrica.
Una vez despedida, su labor se centra en la dirección del sindícato textil junto con otras compañeras con las que también comparte piso. A pesar de tener una dedicación plena al sindicato, siguen sin estar liberada, viven del fondo común que ponen todas las compañeras que trabajaban o del subsidio de desempleo que cobraban algunas de ellas.
Entonces lo que hacíamos era [que] cobrábamos el paro y lo que hacíamos era dedicación plena y absoluta durante el día al sindicato, 24 horas, Yo recuerdo irnos al sindicato, se hacían no sé qué hora, comprábamos, porque no daba para más, un cuarto de mortadela, abríamos un pan y a comer, En el tema económico, pues bueno, cuando a una se le acababa el paro buscaba trabajo, eran contratos, cuando cotizabas seis meses, que ya te daban dieciocho meses, pues ¡ala!, otra vez a cobrar el paro, porque había que dedicarle tiempo al sindicato.
Auxi recuerda el dilema que se le planteó a la hora de optar por una opción política, decantándose por un MC revolucionario frente a un PC reformista que no cumplía sus expectativas.
Yo en aquel momento no me apetecía mucho vincularme al PCE. O sea tenía problemas, problemas porque a mí me parecía por ejemplo, yo que sé, que para mí el PCE no estaba respetando cosas que para mí en aquel momento eran fundamentales. Yo en mi casa se había llevado una lucha por la República, me la creía y me la sigo creyendo, y a mí me daba la sensación de que el PCE en aquella época pues era una forma que pasaba página y no me servía.
Desde una perspectiva de género, Auxi reconoce una cierta discriminación por parte de los compañeros sindicalistas. Aun siendo una presencia importante dentro del sindicato, a la mujer se le consideraba como ‘la cosa graciosilla’, la cosita que está ahí para lucirla, incluso la Secretaría de la Mujer les venía bien que estuviera ahí por tener una cosa de mujeres por lo que pudiera pasar, una práctica bastante contradictoria con respecto al discurso de igualdad que se pronunciaba en ese momento desde todos los partidos de izquierdas.
A mí me parece que sí, nosotras éramos un poquito la cosa graciosilla que tienes ahí, y lo otro era la cosa seria, los hombres serios, los sindicalistas. Nosotras éramos, pues eso, la cosita que está ahí, que viene muy bien, pues incluso la Secretaría, yo creo que también se planteaba eso, que venía muy bien al sindicato tener una cosa de mujeres por lo que pudiera pasar, pero «ahí se apañarán estas cuatro, eso no va a ningún lado, porque eso no es serio, eso es una reunión de marujas». Más o menos, yo creo que sí, a lo mejor lo estoy diciendo muy a lo burro, pero de alguna forma sí que era la percepción que había. Yo no recuerdo, por ejemplo, que se planteara por parte de los hombres, por decir la concepción que había, un presupuesto para la Secretaría. Quiero decir, a mí me llamaba la atención que mientras, por ejemplo, en los órganos más superiores del sindicato había la gente responsable, buena parte de ellos estaban liberados, eso no se planteaba para la Secretaria de la Mujer, ¿a santo de qué? […] Yo recuerdo el tema de los ‘juicios de Bilbao’, que se plantearon diversos tipos de movilizaciones, costaba muchísimo al sindicato que apoyara o que acudiera. Los juicios de Bilbao fueron, quiero recordar que eran 5 o 6 mujeres, no recuerdo exactamente el número que era, las imputaban por abortos ilegales en aquella época y a raíz de ahí, pues surgió todo el tema, la primera fase, todo el tema de la lucha por el aborto. Yo creo que hasta ese momento no se había planteado abiertamente y eso fue socialmente un revulsivo, eran situaciones pues también… Las mujeres tenían situaciones muy malas. Y en la primera parte, porque eso tuvo mucha repercusión, ¿no? cuando empezó a plantear[se], el sindicato pasó del tema. Luego yo creo que fueron un pelín oportunistas y, cuando la cosa va tomó auge, que tomó, pues bueno, en medios de comunicación, en radio, ya tomó peso, entonces ya empezaron a interesarse un poquito, pero no demasiado, no nos equivoquemos, pero que ya era una cosa… Es que, claro, aquello desbordaba las previsiones en aquel momento, había pasado de ser una cosa un poquitín anecdótica a plantear en serio pues toda una problemática, porque eso sirvió también para […] que las mujeres empezaran a plantearse un tema más amplio, ya no se quedaba solo en el tema del aborto en sí, sino cuestionar qué tipo de sexualidad queríamos, cómo la vivíamos, todo ese tipo de discusiones vinieron de la mano de ese punto.
Auxi recuerda que todos estos acontecimientos fueron el detonante para el surgimiento de un movimiento feminista amplio. Confiesa que su relación con este movimiento era más por vía del MC, pues el sindicato era una especie de filtro que limitaba esas expectativas.
Porque el sindicato estaba muy limitado en la medida que tampoco tenías mucha autonomía, porque tú pensabas como Secretaria hacer no sé qué y pasabas por el filtro o no pasabas. Sí, hombre, quiero decir, no era una cosa tan burda, pero si de alguna manera te decían: «¡Hombre! Es que el sindicato esto no sé que, es que no sé cuanto, es que…» Pues eso digo, es que era una especie de filtro. […] En el textil si que nos implicamos bastante, yo creo, pero el textil en toda esta movida era otra historia, íbamos un poco, en general en el textil [CCOO de la comarca del l’Horta] por libres. Entonces, mi implicación en el tema feminista, ya digo, venía más de la mano del MC, que eso luego yo algunas cosas, no todas, yo y el resto de la gente las traspasarán al textil como sindicato. Algunas, no todas, pero fundamentalmente la vinculación era esa. En aquel momento, en el textil, creo que la que ocupaba la Secretaría… que era un poco hablar por hablar, porque nosotras la forma de funcionar que teníamos es que oficialmente había una gente que era responsable, pero en la práctica hacíamos de todo todas. Entonces, en aquel momento, la que se ocupaba de la Secretaría era Fina Alcañiz, de Paterna. Y esta mujer era un poco la que hacía a nivel del sindicato textil más puente con la Asamblea, era la que se encargaba de ir a las reuniones que se hacían… La Asamblea de Mujeres era, pues no sé cómo en otros sitios se llaman, ¿coordinadoras, no? En aquel momento en la Asamblea pues había gente prácticamente de todas las organizaciones y gente que iba por libre.
Yo creo que sirvió para abrirnos los ojos de alguna manera y plantearte que las cosas pues… constatar opiniones, ¿no? De alguna forma romper un poco la urnita que teníamos, que tú discutías pero lo discutías a tu nivel. Entonces te servía, para ver otra gente, otras mujeres, que estaban haciendo… y poder de alguna forma o aprender de alguna forma a trabajar juntas, a pesar de que había diferencias muy fuertes a lo mejor en planteamientos, no planteaban lo mismo yo qué sé, la gente del Sindicato Unitario, por ejemplo, que la gente del MC. Pero se buscaba, aprendimos a buscar puntos de unión, a ver cómo lo hacemos. Aprendimos a caminar, en una palabra, a plantear puntos legales que estaban mermando la libertad de las mujeres, el aborto, la Ley del divorcio, de movimiento. En aquella época la verdad es que la situación era espantosa, tan espantosa como, pues eso, que una señora no pudiera sacar a sus hijos del país si el señor no le daba el consentimiento, por ejemplo.
Había que hacer frente a un Código Civil y leyes obsoletas asumiendo un protagonismo activo para poner en cuestión muchos de los supuestos tradicionales en torno a las mujeres. Había que cambiar demasiadas cosas, quizá esta presión hizo sentir más de una vez a Auxi un cierto resquemor de no haber sido, de no haber llegado…
No fuimos capaces de ir más allá. Entonces, por la propia inexperiencia, a veces nos liamos en discusiones tontas y eso nos limita mucho el terreno. No fuimos capaces, así como en otros temas sí, con la frescura de la juventud nos atrevemos muchas veces a ir más allá… Entonces llegó el momento en que tú ibas, planteabas tu batallita y de ahí no te bajabas de alguna manera. Que nos daba también un poco de miedo plantear muchos conflictos, y que se fuera todo al traste. También porque, claro, te sentías un poquito observada por el resto de compañeros. Entonces lo que hagas sabes que van a estar ahí un poquitín a la que cae, ¿no? Y entonces a veces te quedabas, o yo recuerdo que te quedabas, un pelín corta o había cosas que a lo mejor no terminabas de plantear con tanta fuerza, por miedo a que se rompiera. Pero en conjunto yo creo que sirvió, en conjunto yo pienso que sirvió. Tuvo sus deficiencias, yo no voy a decir que no, pero la valoración que yo hago es positiva. Creo que no sería esta sociedad, no hubiéramos avanzado como hemos avanzado, si no hubiera… Y personalmente yo creo que sirvió, con todas sus deficiencias, pero bueno, claro, es como un niño cuando empieza a andar.
El sindicato y el partido en aquella época eran centrales en su vida. Sus aficiones, sus relaciones, todo pasaba por el sindicato. Esta ‘renuncia’ a una vida privada es una renuncia realizada desde la libertad plena y desde el compromiso moral que adquiere con mucha gente a la que estimula y anima a seguir en la lucha; no podía dejarlos en la estacada. Toda esta renuncia ha sido ampliamente compensada y reconocida por muchas de las mujeres a las que transmitió el mensaje de que las mujeres son capaces de aprender y desarrollar habilidades, comportamientos y poderes particulares a partir del mundo que las excluye, dando respuestas y siendo capaces también de incidir en el proceso de cambio social a pesar de las importantes restricciones de género existentes, construyendo respuestas colectivas desde sus identidades plurales como sindicalistas, políticas o simplemente como mujeres.
Sí, esta gente, nosotros seguimos manteniendo el contacto, hay gente de hace 25 años. Normalmente hacemos una cena todos los años. A esta cena suele acudir una media de entre 35 a 45 mujeres, no siempre es la misma gente, evidentemente, y el balance que ellas hacen es que su vida ha cambiado, es decir, ellas lo valoran muy positivamente, incluso hay gente que dice que les cambió totalmente sus vidas y se las ha cambiado a sus hijas. Porque dicen, claro, si no hubiese seguido dándole a la máquina no sé qué y no sé cuánto, no se me habría abierto la mente de esta manera, ¿no? y yo la educación que le hubiese dado a mi hija hubiese sido… Quiero decir, la gente en general yo creo que hace una buena valoración y de hecho se mantiene el contacto a nivel personal.
Auxi no esta casada, mantiene una relación estable desde hace varios años. Su filosofía de vida es que la afectividad esta reñida con las obligaciones, no necesita un reconocimiento jurídico ni social para estar con una persona.
En el año 96 abandona Comisiones y su opinión actual es lamentar los cambios que han habido. Desde su punto de vista el sindicato ha ganado en medios materiales, pero ha perdido algo muy importante para ella: las relaciones entre las personas. Aun así su balance de pertenencia a Comisiones Obreras es muy positivo y no suele ir por la sede del sindicato por las posibles tentaciones, porque se define como un ‘animal de sindicato’.
CARMEN PEINADO (2004)